No somos expertos tenistas, pero ya tenemos más de 500 pelotas de este deporte en el colegio y seguiremos hasta tener las más de 1000 patas de las sillas silenciadas y todos los suelos protegidos.

Con esta nueva aventura, nos enteramos de que las pelotas de tenis no sólo pierden presión con cada golpe y cada rebote, sino que lo hacen desde que se abre el bote por primera vez. Nuestros amables proveedores de una escuela de tenis les dan muchas vidas con clases de adultos y niños en canchas duras y de tierra batida para aprovecharlas al máximo. Pero en otras situaciones, las pelotas tienen una vida media de 3-4 partidos y cuando terminan su vida útil de juego la mayoría terminan en la basura y tardan unos 2.500 años en descomponerse. En España y Francia parece tratarse de entre 14 y 15 millones de pelotas cada año y a nivel mundial estaríamos hablando de unos 300 millones.

Nuestra intención es darles otra vida a esas pelotas evitando también que acaben en la basura una vez que hayan cumplido su función en el colegio. Para ello, participaremos en nuevos programas que las transforman en suelas de chanclas o en amortiguación en las propias canchas cuando ya no nos sirvan.